lunes, 19 de febrero de 2024

Dios duerme en la piedra, Mike Wilson

Desierto de Texas

El personaje principal del libro es un errante solitario que viaja por los desiertos de norteamérica en busca de quién sabe qué objetivo, sobreviviendo ante quienes intentan hacerle daño, haciendo un poco de justicia en un mundo apocalíptico. Aquí no hay tiempo ni una trama, es un relato abierto plagado de simbolismos. En una entrevista se le pregunta directamente a Wilson sobre el protagonista del libro:

              “- ¿El viaje del personaje y su transformación tienen que ver con una soledad primitiva?

“- Creo que sí. Estamos todos solos, disfrazamos y disimulamos esa soledad con historias de comunidad y empatía, y mucho pero mucho lenguaje, pero en realidad estamos solos. El remezón ante la naturaleza que mencioné se trata de eso, volver a tener esa lucidez y dejarse reducir a la expresión mínima”.

Wilson afirma haber sido influenciado, entre otras cosas, por un libro para escribir el suyo. En una entrevista con La Agenda Buenos Aires menciona “El libro de Enoc”, texto que fue parte de la Biblia, pero no incluida en ella. Si uno busca en internet puede ver que este libro trata sobre:

“los orígenes de los demonios y gigantes, y por qué algunos ángeles cayeron al cielo, así como una explicación de por qué el diluvio, como es narrado en el Génesis, habría sido moralmente necesario, y una exposición profética del reinado de mil años del Mesías”.

El escenario desolador que nos muestra Wilson, donde una secta y otros grupos de gente van destruyendo, como una plaga de langostas que destruyen todo a su paso en busca de alimento, es ideal para la llegada de un diluvio, o el fin de los tiempos, donde se supone que se barrerá con el mal en la tierra.

En una entrevista se le pregunta a Mike Wilson si puede recomendar un libro, y él indica el cuento “El joven Goodman Brown” que, en pocas palabras, trata de un hombre religioso en una pequeña aldea de Nueva Inglaterra que es conducido por su curiosidad a participar en un aquelarre. El cuento fue escrito en 1835 por Nathaniel Hawthorne. Yendo un poco más allá del aspecto sombrío del relato, el texto tiene un tono moralizador sobre el peligro de la tentación. Esta tendencia de Wilson por los temas religiosos y diabólicos pareciera hablar de un escritor curioso por el camino en el que se desciende hacia el infierno.

En un artículo que Wilson escribe, encontramos otra tendencia hacia lo desconocido. Wilson se acerca a un Wittgenstein (de quien escribió un libro también) que cree que el lenguaje y las creencias tienen un límite ante el fenómeno de la vida. Aquí un extracto de cómo cree que la ciencia no puede atrapar el fenómeno de la vida entero:

A Wittgenstein le parece que La rama dorada (libro de Frazer) es una estupidez, un ejercicio dogmático incapaz de entender las diferentes formas de vida y que no hace más que arrojar una luz anómala sobre algo que no le pertenece a la ciencia antropológica. Frazer pretende subordinar la magia, la religión y los ritos a lo que él llama ‘culturas primitivas’ y arrastrar identidades enteras a su esfera de (in)comprensión, para, así, clasificar lo que no le corresponde. Impone ciencia donde no la hay

Vemos, entonces, nuevamente la tendencia hacia el misterio de la vida, hacia la religión y lo que escapa a la certeza y el conocimiento; la secta, la lepra, los jeroglíficos y las figuras que evocaban dioses naturales, los sueños reveladores, el chivo parlante, etc.

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