martes, 10 de septiembre de 2024

Boy parts, Eliza Clark



Se acabó agosto y tuve dos agradables reuniones de club de lectura presenciales donde pudimos discutir libros que, quizás si fuera por mí, no habría leído, pero con el objetivo de hacerlo y compartir uno encuentra más de una cosa que le resuene. Además conocer a gente con la misma afición de uno me da mucho ánimo.

Bueno, este libro es una novela sobre Irina, una joven fotógrafa del Reino Unido, unos 28 o 29 años, y que tiene un estilo de vida bastante visceral. Concordamos con las chicas del club que Irina era una mujer mala. Sin embargo, si pienso dos veces, su mecanismo poco empático de ver la vida es una manera de protegerse en un contexto que es violento, donde por ejemplo siempre hay hombres que se quieren acostar con ella. A ella le gusta salir con amigos, tomar y meterse drogas, tiene conflictos con su madre y, como su profesión es ser fotógrafa, tiene varios proyectos donde involucra a hombres en poses semi-explícitas. Con Irina me sentí muy a gusto en ciertos momentos, como por ejemplo cuando nos entrega su visión de mundo sobre por qué le gusta el cine de Pasolini:

"the way he criticised the vouyeristic nature of film but the inherent hypocrisy of the cinematography. The way he can't stop his camera from lingering on boys. How he frames the female victims in the film with a cold, detached eye, but his male subjects are filmed with significant heat, with the lens lingering, not just on bollocks, but on eyelashes, and soft, floppy hair, and pretty lips. I told him that, as an artist, that was so influential for me. I could do that, if I wanted, you know? I could train a camera on a man and look at him like a man looks at a woman; boys, too, could be objects of desire" (p. 85).

Un tema que pensé al leer el libro son los problemas de la ignorancia en la gente joven, y no tan joven. En el segundo capítulo, Irina está en una fiesta en la casa de un amigo donde consumen drogas y alcohol. En el texto es evidente que a Will, el amigo de Irina, le gusta ella, siempre tratando de invitarla y que estén cerca. Irina está en el baño y empieza a vomitar porque llegó a su límite de sobredosis, y es llevada por Will y un amigo a una cama. Irina tiene solo algunas imágenes borrosas, pero recuerda claramente que su amigo está intentando violarla. Aquí tomo el tema de la ignorancia porque uno puede estar haciendo mucho mal si no quiere darse cuenta de que lo que está haciendo es dañino, de pensar en que "nadie lo sabrá". El otro tema es el abuso de drogas y alcohol, que entre mucha gente pareciera ser un tema que está socialmente aceptado, pero no quiero dejarlo ahí sin decir que estos dañan la estructura cerebral y nuestra manera de tomar decisiones. Pienso que es bueno saber que es dañino y no romantizarla.

El caso de Eddie también es necesario anotarlo. Eddie es un cabro que posa para Irina en un proyecto que ella lleva. Ella lo encuentra guapo y, a pesar de su política de no involucrarse sexualmente con sus modelos, le da una oportunidad a él. El problema es que este cabro se engancha con ella, quiere que sea su novia, le escribe y busca mucho, pero Irina no está interesada en él. En ciertos momentos pareciera que ella admite que está saliendo con él pero sus sentimientos hacia Eddie son de rechazo. Este joven se ilusiona y no puede ver que ese no es el camino que debería estar siguiendo. Me da mucha pena él porque se ha vuelto esclavo de una sentimiento y una ilusión. Incluso si Irina se lo dice, él no se da cuenta.

Por último, destacar la integridad de Henson, que siempre supo marcar los límites con respecto a Irina, incluso cuando parecía que se podía aprovechar de la situación. Es un buen amigo. Yo sé que ninguno de ustedes entenderá muy bien qué quiero decir al citar todas estas situaciones y personajes, pero sí quiero destacar que este fue un libro rupturista, distinto a muchas cosas que había leído, y muestra problemáticas importantes de nuestra época como las que acabo de mencionar.

The New York Trilogy, Paul Auster


Es la primera vez que leía a este escritor norteamericano; la verdad en febrero, el Rafa me había vendido "El país de las últimas cosas" a un precio prudente y con la promesa de que era un libro que sí o sí me iba a gustar. Pero los preparativos del viaje y la lista de los otros libros que le compré en ese mismo tiempo (Udana: la palabra del Buda y Obra en prosa de Gonzalo Rojas) hicieron que lo dejara postergado para otro momento, para cuando volviera a Chile. De todos modos quedó en mi librero de mi casa, invitando al curioso que se anime a ojearlo.

En fin, este libro fue propuesto por el club de lectura de Amager Vest en Copenhague, donde me uní y esta fue la primera sesión donde participé. Nos reunimos a conversar en una biblioteca hermosa un caluroso día martes, el mismo día en que Oasis anunció las fechas donde tocarán para su regreso.

Algunas cosas sobre el libro. Es una obra en tres partes de tinte detectivesca donde el protagonista siempre se ve envuelto en un misterio al que se une de manera bastante arbitraria. Este involucramiento comienza con la curiosidad y termina destruyendo completamente la identidad de éstos. Resulta llamativo si situamos a esta obra de Auster dentro del contexto del posmodernismo. ¿Por qué? porque la manera en que se desenvuelve la historia está plagada de tintes típicos de los tiempos en los que vivimos hoy: instantaneidad, locura y excesos. Pero más aún, y es el argumento que desarrollaré en el párrafo siguiente, es por la ruptura con la tradición de cómo debería ser un detective ideal, es este caso.

Puedo decir que Auster tiene como figura de referencia en la novela detectivesca a Edgar Allan Poe, en vista de las pistas que deja dentro de los libros, como en la referencia a William Wilson, cuento de Poe donde el tema de conflicto central es la rivalidad de un joven que vive con alguien muy parecido a él; el problema del doble va a ser algo que se encuentra patente en toda la trilogía de Auster. La diferencia que separa al discípulo de su maestro es que, en el caso de Poe, Dupin es ingenioso, controla siempre la situación y gracias a su razonamiento logra resolver toda clase de misterios. Los héroes de Auster, en cambio, son personas que a duras cuestas participan en sus labores, ninguno es realmente un detective y el camino que siguen los lleva a un viaje interno y externo donde sus personalidades y la historia completa de su vida y su destino, se ven alterados, bordeando la locura y la desesperanza. 

En el primer libro, City of Glass, se menciona en cierto momento la historia de la Torre de Babel. La reflexión que Quinn hace respecto a ella es que el hombre lucha por llegar a ser mejor que Dios. Me puse a pensar en que hoy en día el mundo se mueve en esa dirección, en una vorágine donde todo debe ser más grande y mejor. Pero, ¿es ese el fin de la vida?, ¿qué ocurriría si la verdad de la vida se hallara más cerca? En ese momento pensé en Lev Tolstoy, escritor ruso, que renegó a su vida de lujos y, con una visión sobre la verdad que defendía, escribió dos grandes obras: Anna Karenina y Guerra y Paz. Este hombre, que entregó su vida a la austeridad pudo encontrar verdades de la vida dentro de un estado de contemplación y agradecimiento, que es lo que hacen también los santos y los monjes, viviendo una causa más grande que ellos mismos. Mi querido Gilles Deleuze menciona en alguna ocasión (no recuerdo dónde) que ciertas personas a veces ven cosas que los superan de tal manera que su vida cambia, ya no vuelven a ser los mismos. Esta verdad a la que se une la persona de servicio y contemplación tiene que tener una correspondencia para ser ideal, son llamados pero ellos también responden con afirmación, como dice la Biblia en la parábola de la vida eterna. Un hombre rico le pregunta a Jesús cómo ser perfecto, y él le dice "anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme". El hombre se pone muy triste porque es rico y sabe que no quiere hacer eso. Pero la vida de los santos es entregarse de esa manera. ¿Qué ven que los hace cambiar?, ¿esta experiencia conecta de cierta manera con sus historias de vida? En este mundo pareciera haber dos reinos: el espiritual y el terrenal, y son antagónicos. La alegría que encuentra una persona de devoción en el servicio y la oración, o la de un escritor y lector en sus libros y cuadernos son suficientes para hacerlos vivir sencillos y felices. Pero corresponden a un estilo de vida particular. No soy quién para juzgar si alguien encuentra alegría en un auto modelo de lujo. En mi caso, si pudiera llegar a vivir como el personaje que describe Jorge Teillier en su poema "El poeta de este mundo", estaría contento de saber que tengo riquezas en mi corazón. Pero yo soy así ahora, quizás cambie.

Hay mucha literatura y teoría sobre lo que Paul Auster escribió en esta trilogía, pero mi tiempo se acabó y no pude seguir indagando más sobre ello. Me resulta muy interesante y atractivo, pero simplemente no puedo. Agradezco que sigan apareciendo instancias como esta donde se puede reflexionar con la gente a partir de los libros, y que estas deadlines nos ayuden a terminar con nuestras lecturas en buen tiempo.