"La razón siempre estuvo ahí, pero como la vida es grande, nos logramos perder con facilidad".
Escribir sobre Franco me trae recuerdos de juventud, donde compartíamos en momentos efímeros nuestras andanzas por las calles, siempre acompañados por la música porque en ese tiempo yo tenía esperanzas de que mi banda iba a tener un sitial en la posteridad. Pero hicimos el empeño. Y durante un largo invierno se presentaron diversos artistas en la escena de la ciudad por allá por el 2016-2017: poetas, músicos, performistas, escritores. Y esta escena me permitió reencontrarme con amigos de antaño. Todos rejuvenecimos y nos volvimos una sociedad sin un norte fijo, pero felices de compartir. También llevé a amigxs de otras latitudes a que participaran de estas actividades, en aquella fría ciudad en donde hoy solo quedan rastros. Viendo a Cuchilla e' mono en la Puerta estelar, compartiendo puntos de vista en el Oxígeno, haciendo la previa a un partido en las ruinas cercanas a la estación. Estoy seguro de que Franco también tiene recuerdos de aquel auge cultural que tuvo la ciudad durante ese período, momento que fue posible gracias a personas como él y otrxs como Natalia, la persona que gestionaba todo este movimiento.
Este, su primer libro de poemas, tiene muchos momentos por los que pasé rápidamente sin mucha detención, pero tiene otros los cuales se mantenían allí, brillando, allí el mensaje fue bien recibido. Hago cuenta de algunos. Primero, Talismán nocturno donde el poeta vive el enamoramiento y lo registra con pequeñas pinceladas. Cabe mencionar que Franco puede haber tenido acaso 20 años en la publicación de este libro, todo un Rimbaud. Otros como Tabaco y Marihuana muestran la experiencia que se tiene al probarlas, se confiesa, con toda sinceridad, perdido dentro de los vicios, pero consciente de ello; también en Invitación se aprecia la experiencia de un mal viaje. En Delicadeza de la noche se muestra el romance nuevamente, uno que se escapa entre los dedos (Agradecido, y en tu compañia/un abrazo/delicadas palabras/y apenas vi cuando te ibas), cosa similar ocurre con Sutil (Déjame decirte que te amo/no lo puedo negar/¿por qué lo debería negar?). Siguiendo con Los cuchillos, se muestra el conflicto del poeta con la sociedad, una que mira en menos el rol del escritor. En Escaleras del otoño parece estar leyendo a Nicanor Parra y sus viajes a los cementerios,y en Merodeando a Jorge Teillier saludando a amigos invisibles. Me gusta la música que se siente en Viernes y Caleidoscopio esporádico.
Franco se encuentra realizando más trabajos últimamente, me siento completamente ajeno a su porvenir, pero esta lectura (que me costó varias semanas decidirme a leerla) fue ligera y me hizo recordar tiempos de antaño, porque con este libro se puede volver a esos recuerdos. Sin embargo, a veces el poeta es muy autoreferencial, y algunos temas ocultos vuelven crípticos a sus poemas. Una lectura necesaria para entender la escena poética de la ciudad.
Foto: “Un rincón de mesa” (1972) de Henri Fantin-Latour. Retrato de Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Elzear Bonnier, Leon Valade, Emile Blemont, Jean Aicard y Ernest d’Hervilly.